jueves, 15 de marzo de 2012

Ramiro Pinilla, Las Ciegas Hormigas

Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) creo es uno de los escritores vivos más importantes, aun siendo un desconocido para dos generaciones de españoles. Es considerado como uno de los renovadores de la narrativa española que se da en los años sesenta. Tras recibir en enero de 1961 el Premio Nadal por Las Ciegas Hormigas (a mi parecer una auténtica obra maestra), y en 1962 el premio de la Crítica, desapareció de los circuitos comerciales y sólo publicó en una pequeña editorial que fundó él mismo: Libropueblo, que distribuía sólo en Bilbao y a precio de coste (sí, sí, a precio de coste: increíble o difícil de entender en el actual mundo mercantilizado que tenemos.... y para ganarse la vida escribía textos para álbumes de cromos y biografías por encargo). En los primeros años de este siglo XXI publicó  la trilogía Verdes Valles, Colinas Rojas, en Tusquet, y comenzó a ser premiado (de nuevo) y reeditado.  Las Ciegas Hormigas ven la luz en 2010.

 ¿Por qué ha sucedido esto? La clave puede que esté en las palabras que dice el propio escritor en el prólogo de esta última edición: Las ciegas hormigas ha permanecido medio siglo secuestrada por la editorial Destino. En el contrato leonino que aquel ingenuo escritor firmó con entusiasmo, una cláusula decía que el editor sería dueño de la obra mientras en su almacén quedaran cien ejemplares: era la posesión de ella por vida. Si nuestras relaciones se rompieron pocos años después, no fue por este abuso sino por otras deslealtades. Señalaré una: cierto día se presentó en mi casa un equipo completo de la televisión alemana para rodar en la costa de Getxo mi novela. Al decirles yo que no tenía la menor noticia, no lo podían creer. Llamo a Destino. "No se preocupe, Pinilla, todo está en regla" Sólo entonces me enviaron 100.000 pesetas. ¿Poco? ¿Mucho? Lo indignate era lo otro, el desprecio al autor /.../ Otra: en 1999, Planteta Agostini, con Destino en este grupo, publicó mi novela en silencio y sin que hasta ahora el autor haya recibido un céntimo. Desde hace meses Las Ciegas Hormigas ha regresado a mis manos gracias a las personales gestiones de Toni López Lamadrid, de Tusquets, recientemente fallecido, al que nunca dejaré de agradecérselo. Un editor enseñando a otro buenas maneras.

Conocí de la existencia de Pinilla hace unos pocos años, a través de la lectura de su novela La Higuera, y hace año y pico al fin pude leer las Ciegas Hormigas, que desde entonces está entre, no sé, tal vez los diez mejores libros que he leído. Está narrado desde un punto de vista múltiple, hablan las voces interiores de cada personaje contando la realidad desde su yo más íntimo. Una cruda realidad de dignidad y de lucha desesperada por la supervivencia. Y el autor lo hace con tal naturalidad que el lector parece que está allí, siendo uno más de la familia de Sabas Jaúregui, los protagonistas.

 Otras palabras del autor en el prólogo: Las Ciegas hormigas es un título nada sutil, frontal, demasiado directo y descarnado, pero quería contar una historia con personajes al límite debatiéndose entre el sentimiento y el instinto animal de supervivencia, enfrentados a una realidad que los quiebra, una realidad que, en realidad, es todas las realidades.

Los críticos comparan Las Ciegas Hormigas con Mientras Agonizo de William Faulkner. Este último es extraordinario, pero si forzadamente tuviera que elegir, me quedaría con las Ciegas Hormigas; en cualquier caso, es uno de los pocos libros que estoy dispuesta a releer una y más veces.


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