Escondida tras el árbol, cual camaleón en el entorno, está contigo, como sombra de luna tras los pasos o diurno resplandor adelantándolos, salero de lágrimas, dulzor de risa, luz cernida sobre la ceguera. No permitas que la niña que fuiste se aleje, no por miedo a que quede perdida en la oscuridad del olvido, no, esa niña conoce las sendas, veredas y caminos, también los atajos, no temas por ella, no corre riesgo alguno… Pero si se marchara, tú quedarías huérfana para siempre de la dulce o punzante nostalgia; tal vez pueda parecerte agradable que tal cosa sucediera porque la añoranza duele y a veces no es buena compañera; aun así, si soltaras a esa niña, si dejas que se vaya, por quien debes temer es por ti… pues tú serías, desde entonces y sin remedio, la perdida, la extraviada.
Paseante en el viaje, viajero en el paseo. Con ojos abiertos se emprende el camino y los pasos se calzan con el fino velo de la ensoñación. Tu mirada particular como compañia: amplía esta senda con tus comentarios.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Contigo
Escondida tras el árbol, cual camaleón en el entorno, está contigo, como sombra de luna tras los pasos o diurno resplandor adelantándolos, salero de lágrimas, dulzor de risa, luz cernida sobre la ceguera. No permitas que la niña que fuiste se aleje, no por miedo a que quede perdida en la oscuridad del olvido, no, esa niña conoce las sendas, veredas y caminos, también los atajos, no temas por ella, no corre riesgo alguno… Pero si se marchara, tú quedarías huérfana para siempre de la dulce o punzante nostalgia; tal vez pueda parecerte agradable que tal cosa sucediera porque la añoranza duele y a veces no es buena compañera; aun así, si soltaras a esa niña, si dejas que se vaya, por quien debes temer es por ti… pues tú serías, desde entonces y sin remedio, la perdida, la extraviada.
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