Vídeo montado con fotos tomadas en abril de 2010
Williams Shakespeare (1564-1616) nació en Stratford-upon-Avon, una pequeña ciudad que aún conserva su imagen medieval.
Su padre, alcalde de Stratford, fue promotor de empresas teatrales ambulantes. William, desde niño, probablemente se sintió atraído por el teatro; existen referencias sobre su temprana carrera como actor, que terminaría formándolo y haciendo que naciera en él el deseo o la necesidad de escribir, coincidiendo con la llamada de la reina Isabel I, que buscaba nuevos talentos que pudieran competir con los autores españoles.
Pero pasado más de un siglo desde la muerte de Shakespeare comenzaron a surgir dudas sobre la autoría de sus obras, e incluso sobre la existencia del dramaturgo. Los críticos se dividieron en "stratfordianos", partidarios de que el William Shakespeare nacido y fallecido en Stratford era el autor de las obras, y "anti-stratfordianos" que atribuían sus obras a otro autor. Estos últimos han defendido que William Shakespeare era un alias tras el que podían esconderse nombres como Christopher Marlowe, Francis Bacon o Edward de Vere. Bacon ha sido el aspirante preferido, existiendo una teoría que defiende que el nombre de Shakespeare sería un nombre con claves masónicas, inventado por Bacon. En la actualidad los anti-stratfordianos constituyen una minoría, aunque los actores Derek Jacovi y Mark Rylance han divulgado la llamada "Declaración de Duda Razonable" sobre la identidad del escritor.
The World Book Encyclopedia señala como origen de las dudas: “la negativa a creer que un actor de Stratford-upon-Avon hubiese podido escribir tales obras. Su origen rural no cuadraba con la imagen que tenían del genial autor”. La enciclopedia añade que la mayoría de los escritores, “pertenecían a la nobleza o a otro estamento privilegiado”. Los que dudan sobre la paternidad literaria de Shakespeare creen que “solo pudo haber escrito las obras un autor instruido, refinado y de clase alta”.
Se sabe que Shakespeare no accedió a una formación universitaria, Ben Jonson lamentaba "su escaso latín y aun menos griego", pero aún así lo llamaba "dulce cisne del Avon" ( río que baña su ciudad), diciendo de él "no es de un siglo, sino de todos los tiempos". Para muchos críticos su escasa instrucción fue una ventaja, ya que su cultura no se moldeó sobre el patrón común de su tiempo; como autodidacta, tuvo acceso a muchas fuentes literarias, gracias a la amistad que sostuvo con un librero. Los análisis de sus escritos revelan que fue un lector voraz.
Fue enterrado en la iglesia Holy Trinity Church de Stratford-upon-Avon, la misma en la que fue bautizado. Según la Enciclopedia Británica, tal vez ante el temor a que sus restos pudieran ser exhumados para dejar espacio a otros (costumbre de la época), el propio Shakespeare habría compuesto el epitafio para su lápida:
Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos.
Según la leyenda las obras inéditas de Shakespeare lo acompañaron a su tumba. No se ha comprobado la verdad de esta leyenda, quizás ante el temor a la maldición del epitafio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario