lunes, 27 de junio de 2011

Antonio Muñoz Molina, Reflexiones


A continuación, una emotiva reflexión de Antonio Muñoz Molina.

“Aprender a escribir libros es una tarea muy dura, un placer extremadamente laborioso que no se regala a nadie. Lo que se llama la inspiración, la fluidez de la escritura, la sensación de que uno no arranca las palabras al papel, sino de que ellas van por delante señalando el camino, sólo llega, cuando llega, después de mucho tiempo de disciplina diaria. Esos genios de la novela que andan a todas horas por los bares son genios de la botella más que de la literatura. Y aprender a leer libros y a gozarlos también es una tarea que requiere un esfuerzo largo y gradual, lleno de entrega y de paciencia, y también de humildad. /…/ 

Frente a la mansedumbre, a la codicia y a la zafiedad que quieren ahogarnos, la imaginación y la libertad son las armas más nobles de las que disponemos, y … tampoco pasa nada por predicar en el desierto. /…/  La literatura no está en esos grandilocuentes actos oficiales, en las conversaciones chismosas de los escritores, en las entrevistas de la televisión. Donde está y donde importa  la literatura es en esa habitación cerrada donde un hombre escribe a solas a altas horas de la noche, en el dormitorio de un niño que se desvela leyendo a Emilio Salgari, en el aula de un Instituto donde un profesor sin más ayuda que su entusiasmo y su coraje le trasmite a uno solo de sus alumnos el amor por los libros”.
 
Extracto de: “La disciplina de la imaginación”, 1990.
 

2 comentarios:

  1. ¿Quién ha dicho que los bares no sean fuente de inspiración?

    Bah, era una broma. Trabajo, trabajo y trabajo. Como en todo.

    Saludos.

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  2. Tal vez a Muñoz Molina no le guste irse de cervezas, algo extraño sindo de Úbeda en donde ponen unas tapas estupendas. Yo soy de por allí y no conozco a ningún paisano (pero de verdad que a ninguno, a ninguno) a quien no le gusten los bares. Fíjate, por ejemplo Sabina, también ubetense; si no fuera por los bares nos habríamos perdido muchas de sus composiciones.

    Pero bueno, a Antonio me parece que podemos perdonarle ese defectillo...

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