domingo, 29 de mayo de 2011

Luis García Montero, Los Libros

Extracto de ¿Por qué no sirve para nada la poesía? (Observaciones en defensa de una poesía para los seres normales). Luis García Montero:

"Los libros son para mí el espacio donde el deseo puede todavía seguir conspirando, sin excesivos sentimientos de ridículo, y una meditada lección de experiencia histórica. Por eso sólo puedo ser optimista junto a los libros. Recupero en ellos el poder de imaginar lo que no existe, y aprendo que lo inexistente, cuando los seres humanos lo sueñan una y otra vez, cuando lo exigen, llega a hacerse realidad, a sentar plaza entre nosotros. Hay muchos mundos de ficción que han pasado de la literatura utópica a la novela realista, del poema simplemente intuido a la certeza del amor o del odio personal."
 


 



sábado, 28 de mayo de 2011

Joaquín Sabina, Violetas para Violeta


Un bello homenaje de Joaquín Sabina a Violeta Parra y una denuncia de la sinrazón y del empleo de la fuerza para aniquilar la libertad y las ideas.

"... Habrase visto insolencia, cinismo y alevosía, 
  contaminan la decencia, secuestran la fantasía, 
cuando clama la inocencia llaman a la policía..."





"... desde que se fue Violeta, enlutando la poesía,
se ensañan con los poetas las faltas de ortografía..."
 
 

viernes, 27 de mayo de 2011

"Desalojos"


Imagen de un "desalojo", antigua.


Imagen de un "desalojo", muy reciente, 27 de mayo de 2011.

Premio a quien encuentre las diferencias.

¿Tal vez, que uno es en blanco y negro y el otro de colorines?


jueves, 26 de mayo de 2011

Viaje a Ítaca


Los pasos de Kavafis, Carles Riba y Lluís Llach.

Fuerza y ánimo para el viaje.



                                                   
 15 de mayo, brazos levantados y manos abiertas.












Una senda de esperanza hacia una Ítaca posible.
Aunque para este viaje sería deseable que quienes mueven las manos no envejezcan en la travesía.

(Fotos: 21 de mayo, Córdoba)


miércoles, 25 de mayo de 2011

La Niña Vestida de Gris



La niña vestida de gris se perdió en el cascajal de un río. Sola frente al lecho agrietado, seco y extinto. Rodeada de frescos bosques de ribera cuyos vientos susurraban bellas notas de arpas y aleteos de ángeles valientes.

La niña vestida de gris se perdió como pudiera haberlo hecho una niña de cuento. Sus ojos se velaron de llanto, sus pies se enredaron de piedras.

La noche cayó sin estrellas ni luna, el día volvió cuajado de nubes oscuras.

La niña vestida de gris se durmió y despertó entre almidones de encaje de alambre.

Cuentan su paseo y me acongojo por ella, pues desde los bosques el murmullo del viento que oía era el de un aire parado en ramas que no mecen hojas ni cobijan a los pájaros libres heridos.

La imagino y lloro por ella, porque lo que creyó era música de alas, era un coro de magos, afinando varitas.


martes, 24 de mayo de 2011

La Alberca, Sierra de Francia


Escuchas el nombre: La Alberca. Primero te llega el sonido, sin significados. Lo pronuncias. El paladar se endulza. A continuación, las imágenes se agolpan. La Alberca. Una promesa de acequias, arroyos, frondosidades de grandes hojas que cubrirán siestas y paseos, piares entre ramas que gotean la miel picada de los frutos, vahos de amanecidas con olor a hierba, atardeceres malvas.

Sierra de Francia. Aun sabiendo que está al sur de Salamanca, lindando con tierras extremeñas, el subconsciente evoca montes altos, abruptos y verdes, fronterizos.

Las Batuecas. Lejanía, paraíso misterioso, profundidad perdida que promete verdades transcendentes desde soledades de silencio.

Los nombres. Las imágenes. Están ahí. Se van. Vuelven. Quedan escondidos, agazapados, dispuestos a saltar con fuerza para ceñirse a la frente, a la mirada, empujando los pies del viajero.

Llegas.

Las imágenes evocadas aparecen frente a ti como si se tratara de un espejo. Pero al momento quedan chicas, diminutas.

Piedra y entramados de madera que ascienden hasta aleros que se juntan, filtro de luces y sombras en fachadas y suelos que te enredan hacia dentro siempre, hacia la plaza de otro tiempo, época de rollos y picotas pero, ahora, inundada de color.

Al fin, La Alberca, cansada o herida de tus pasos, te suelta con suavidad y te empuja hacia los montes, solos, escarpados, azulados y violetas; sí, montes de frontera que se adentran, no en Francia, en Portugal. Subes. El Portillo te ofrece la caída de su vertiente de carretera zigzagueante, caída profunda, casi en picado, hacia el valle perdido y misterioso de Las Batuecas.

Te diriges hacia sus entrañas, sin alcanzarlas, sin descubrirlas; no se dejan, se hunden a cada paso más en la estrechez del valle. Caminas envidiando a los eremitas que habitaron, no el monasterio carmelita, sino las pequeñas ermitas que salpican el monte, al resguardo de cipreses. Añoras un hábito y un jergón desde donde mirar el cielo hondo que imaginas ofrecerán las noches de luna nueva.

Sales. No asciendes por donde bajaste, sigues el valle en dirección opuesta, hacia su entrada natural: Las Hurdes, Cáceres. Las Mestas te cobijan durante un rato. Cotinúas hacia tierra salmantina, llegando a Mogarraz, junto a La Alberca y, como ella, salpicada de castaños centenarios. Cae la noche. Los faroles se encienden sobre la piedra.





Vídeo con fotos tomadas en 2010


lunes, 23 de mayo de 2011

Metáforas


"Desde Vico sabemos que la metáfora no es un adorno, ni una hinchazón del lenguaje, ni esa joya que suponían los retóricos latinos, sino el único modo que tiene el hombre de expresar el mundo subjetivo".

De Ernesto Sábato en "El escritor y sus fantasmas" - 1963.


viernes, 20 de mayo de 2011

Mouseland: Gatos y Ratones

Thomas C. (Tommy) Douglas (1904-1986), nació en Escocia, pero a los seis años emigró con su familia a Canadá. Dieciocho años después de su muerte, en 2004, fue votado como el canadiense más grande de todos los tiempos, entre otras cosas por ser el que instauró el sistema de salud público universal en Canadá.

En 1962, en uno de sus discursos, a modo de fábula, habló de votaciones, electores y elegidos. Inserto un vídeo con su discurso y dibujos animados, tan vigente en la actualidad como entonces. Un vídeo para reflexionar y, muy, muy, divertido.


¡Indignaos!

Título del libro de Stéphane Hessel, con prólogo de José Luis Sampedro; 60 páginas que han ayudado al movimiento ciudadano 15M.




 Reflexiones de Sampedro sobre el 15M.
Opiniones de manifestantes:
 "Con esto estás haciendo política" 

Pequeño Vals Vienés



Primero, García Lorca. Después, Leonard Cohen. Más tarde, Enrique Morente.

De nuevo, un cúmulo de pasos ajenos.

Pasos calzados de verde. Del mundo, la esperanza; amor y belleza.




jueves, 19 de mayo de 2011

Max Aub y el Laberinto Mágico


El viaje más enriquecedor y esclarecedor que realicé en el verano del 2009 fue la lectura de las seis novelas sobre la Guerra Civil que componen El Laberinto Mágico, de Max Aub. Las leí y me sentí estafada, engañada. Apenas hacía unos meses que había tenido conocimiento de la existencia de un escritor cuyo nombre era Max Aub. Estafada y engañada por aquellos que deciden qué autores son dignos o no de formar parte de los planes educativos y de quiénes son merecedores o no de ser homenajeados públicamente (y con la difusión adecuada para que llegue a todos).


Max Aub pertenece a la Generación del 27. Estuvo en el exilio. Murió en 1972. Y su figura y obra no fueron reivindicadas en unos años (los 80) en que otros autores, con las mismas circunstancias y con una obra de similar talla, lo fueron.

Recuerdo ese verano de 2009, recuerdo que mientras avanzaba en la lectura estaba cada vez más sorprendida y me preguntaba por qué puñetas no conocía desde hacía mucho a Max Aub. Yo y la mayoría de la gente. Leía y leía y no entendía que Max Aub no formara parte de nuestra memoria colectiva desde aquellos años de retorno democrático, de que no se le hubiera dado la difusión que merecía. Pero al concluir la lectura dejé de estar sorprendida. Lo que estaba era indignada al imaginar cuáles podían ser los motivos de ese olvido inmerecido. Quizás, El Laberinto Mágico era incómodo no sólo para los vencedores de la Guerra Civil, también para algunos herederos de siglas de los perdedores y, en concreto, para algunos que formaban parte del mismo partido al que perteneció Aub, el partido socialista.

Son seis las novelas que forman el ciclo narrativo: Campo Cerrado, Campo Abierto, Campo de Sangre, Campo del Moro, Campo Francés, y Campo de los Almendros. Libros que pude sacar de la biblioteca pública que frecuento. Todos los ejemplares en un estado lamentable que intenté paliar con una buena dosis de fixo y de pegamento.

Pero el problema no era el estado de los libros, al contrario, era un buen síntoma: habían sido leídos; el problema era que fueran aquellos los únicos ejemplares disponibles y no se renovaran. A posteriori lo entendí. Deseosa de que formaran parte de mi biblioteca personal fui en su busca para comprarlos. Tarea ardua la que me proponía, no carente de sorpresas. La primera, el desconocimiento que en las  librerías tenían sobre el autor y su obra; la segunda (una vez consultadas sus bases de datos), la noticia de que la mayor parte de las novelas de la serie -que fueron publicadas por Alfaguara entre 1978 y 1983-, estaban agotadas o descatalogadas. Comenzó mi búsqueda por internet y descubrí que la Consejería de Cultura de la Generalitat Valenciana estaba publicando las obras completas (Max Aub, aunque de origen alemán y francés, era valenciano). Ninguna de las librerías sabían de esta edición. Pude pedir el Laberinto por internet y recibí cuatro de las seis novelas; de la edición de la Generalitat dos estaban agotadas (supongo que la tirada de ejemplares sería, más bien, cortita).

En los estantes de mi librería tengo aún El Laberinto incompleto, a falta de los dos primeros Campos. No sé si la Generalitat o Alfaguara, van a reeditar las obras agotadas. Lo que sí sé es que la lectura de El Laberinto es imprescindible si queremos entender nuestro pasado reciente. Desde hace unos años, desde avanzados los 90, y con la reivindicación de la Memoria Histórica, se están haciendo por fin estudios rigurosos, investigaciones de historiadores que pertenecen, en la mayoría de los casos, a la generación de los nietos de los que vivieron la guerra. Los historiadores hacen su trabajo -riguroso, científico-, pero, sin lugar a dudas, la labor del novelista es el complemento imprescindible a ese trabajo. Gracias a los historiadores podemos saber, conocer; gracias al novelista, en este caso Max Aub, podemos sentir, vivir lo que aquello fue. Y si se trata de Memoria, es más difícil olvidar lo que se siente y vive que lo que sólo se estudia.

Los personajes de Aub están vivos, te parecen tan reales como las personas que te rodean, cada uno de ellos da su visión, su perspectiva, sus sentimientos sobre la realidad en la que están inmeros, perspectivas diferentes entre sí, de ahí la riqueza, el realismo y la valía de las novelas del ciclo. El autor, como un camaleón, consigue meterse en el entorno, en la piel de sus personajes, en sus pensamientos y emociones, con lo cual sus acciones resultan tan reales como la vida misma. Todos los Campos son necesarios, la suma de todos es ese Laberinto Mágico. Pero si tuviera que quedarme sólo con uno, tal vez lo haría con el último, con Campo de los Almendros.

Años después de aquellos primeros años de democracia en que la figura y la obra de Max Aub fueron silenciadas o, al menos, no reivindicadas con el fervor con que debieran haberlo sido, se creó una Fundación para la difusión de su obra; obra extensa la suya, no sólo escribió El Laberinto Mágico. En 2003, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, el suplemento cultural de El País, Babelia, le dedicó el número del 31 de mayo. Y, yo, aunque suelo hacerlo, ese día... en fin... no leí el suplemento (como a muchos otros les sucedería, supongo). Una pena; tuve que esperar hasta el 2009.

  Dicen que más vale tarde que nunca.

 

Enlace a un artículo recogido en el suplemento de Babelia que aporta luz sobre el olvido de Aub. Un artículo que no tiene desperdicio:
Enlace a la Fundación Max Aub:
Enlace a la página principal de Babelia de 31-5-2003:

martes, 17 de mayo de 2011

Córdoba, Patios y Rejas






Adentrarse por el laberinto de callejas que forman los barrios viejos de Córdoba puede llegar a ser una experiencia mágica para el paseante. Si caminamos sin rumbo, dejándonos llevar, al poco, el niño que llevamos dentro nos acompañará. Irá sorprendido mientras observa los rincones y recovecos que encontrará a la vuelta de muchas esquinas, como si estuviera recorriendo los lugares secretos de la isla de sus libros y los pasadizos del castillo de sus cuentos. Descubrimientos que harán que su boca se entreabra y su corazón palpite de alegría; la alegría inmensa del adulto al ser consciente de que aún conserva intacta la capacidad de asombro y, sobre todo, la emoción ante la belleza.

En cualquier momento del año ocurre, pero en mayo como nunca, cuando Córdoba amplía sus caminos. Es entonces cuando las puertas y las rejas de las cancelas se abren para el caminante. Si pasear las calles siempre es un placer teñido de misterio, el atravesar su piel y llegar hasta el corazón mismo de las casas -los patios-, se convierte en un auténtico gozo para los sentidos.

Eso sí: hay que evitar las horas del fin de semana en las que hay más afluencia de público. Las colas de decenas y de centenares de personas quitan toda emoción a la visita. Esperar a la tarde y quienes puedan que aprovechen el resto de días de la semana. Podremos, entonces, andarlos con tranquilidad, charlar con los que en ellos habitan, con quienes cuidan las plantas y mantienen impolutos suelos y paredes. Y llegar hasta los menos conocidos, los más escondidos o recónditos. La sorpresa y la emoción continuarán.
























Fotos: 14 de mayo de 2011


lunes, 16 de mayo de 2011

Anhelado Norte

¿Dónde está el norte? ¿Podemos localizarlo?

¿Cuál de ellos?

¿El metafórico, aquel que quisiéramos amarrar con una soga frente a nosotros, a dos palmos de la nariz, mientras intentamos convertir la telilla de las cataratas en brújulas atinadas? ¿O el geográfico, ese otro que algunos viajeros del sur memorizamos en el GPS?

Para localizar el primero habría que lanzar la brújula al pozo más escondido que encontráramos en esos andurriales desconocidos que hay bajo la epidermis.

Para el segundo, es fácil: carretera y manta.

Pero, a veces, ocurre que ambos llegan a coincidir o, para ser más precisos, es más sencillo encontrar o, al menos, vislumbrar el primero estando en el segundo.

La metáfora se metaboliza de tal manera, que el viajero del sur, sediento, sudoroso, cegado por la calima, asfixiado por los espejismos ocres de las tierras interiores, llega al norte y se le aligera la mochila que lleva en la espalda: El contacto con la hierba, limpia sus suelas de barro; la llovizna de la tarde, sacude su ropa de arena; el intenso azul del mar, le humedece las pestañas; el verdor de las montañas y el espesor fresco de los bosques, dan un soplo de aliento a su alma.

El norte, el nuestro, el de aquí (no el Polo Norte), ese que está entre el Cantábrico y su cordillera, y dentro de ese norte: Asturias.

Norte, presente.

Lugar donde la realidad y la ensoñación se funden.

Norte, pasado y futuro. Norte, útero y meta.




Con fotos del pasado año, un vídeo refrescante. Algunos
lugares del oriente asturiano: Unos conocidos; alejados
otros de las rutas turísticas convencionales.


viernes, 13 de mayo de 2011

Escribir, ¿Compañía o Soledad?


Flaubert, en pleno proceso de escritura de Madame Bovary, escribió en su correspondencia:

"Es algo delicioso cuando se escribe no ser uno mismo, sino circular por toda la creación a la que se alude. Hoy, por ejemplo, hombre y mujer juntos, amante y querida a la vez, me he paseado a caballo por un bosque, en un mediodía de otoño bajo las hojas amarillentas; yo era los caballos, las hojas, el viento, las palabras que se decían y el sol rojo que hacía entrecerrar sus párpados, ahogados de amor."

Cesare Pavese, por su parte, escribió:

"Haber escrito algo que te deja como un fúsil disparado, que aún se sacude y humea, haberte vaciado por entero de ti mismo, pues no sólo has descargado lo que sabes de ti mismo sino también lo que sospechas y supones, así como tus estremecimientos, tus fantasmas, tu vida inconsciente y haberlo hecho de modo que toda la vida se concentrara en ese punto dado, y advertir que todo ello es como si no existiera si no lo acoge y le da calor un signo humano, una palabra, una presencia; y morir de frío, hablar en el desierto, estar solo noche y día como un muerto."


lunes, 9 de mayo de 2011

Los pasos ajenos


Ojos abiertos, sentidos afinados, y una buena dosis de ensoñación que -aun no sabiendo bien de dónde viene- encontraremos en cualquier recodo del camino; todos, ingredientes necesarios en nuestros pasos. Pero falta un elemento esencial sin el cual la senda que recorremos sería monocolor, aburrida, monótona, pobre e insípida: los pasos ajenos: Los sueños y la particular mirada de otros. Sin ellos, poco seríamos.
Y he querido para esta primera entrada incluir, precisamente, el vídeo de un viaje que no anduve.
Fueron otros quienes viajaron, personas muy queridas que recogieron en fotografías los lugares en donde sus miradas se detuvieron. Más tarde, la mía lo hizo en detalles concretos de esas fotos.

Ese ha sido mi viaje: el montaje de este vídeo con las fotos y sus retazos. De alguna manera, yo también estuve en Granada en abril, con ellos y gracias a ellos.


Y, la música, un cúmulo de pasos ajenos: Lorca bebiendo a borbotones de su Granada y Carlos Cano -granadino igualmente- cantando a Lorca.