martes, 17 de mayo de 2011

Córdoba, Patios y Rejas






Adentrarse por el laberinto de callejas que forman los barrios viejos de Córdoba puede llegar a ser una experiencia mágica para el paseante. Si caminamos sin rumbo, dejándonos llevar, al poco, el niño que llevamos dentro nos acompañará. Irá sorprendido mientras observa los rincones y recovecos que encontrará a la vuelta de muchas esquinas, como si estuviera recorriendo los lugares secretos de la isla de sus libros y los pasadizos del castillo de sus cuentos. Descubrimientos que harán que su boca se entreabra y su corazón palpite de alegría; la alegría inmensa del adulto al ser consciente de que aún conserva intacta la capacidad de asombro y, sobre todo, la emoción ante la belleza.

En cualquier momento del año ocurre, pero en mayo como nunca, cuando Córdoba amplía sus caminos. Es entonces cuando las puertas y las rejas de las cancelas se abren para el caminante. Si pasear las calles siempre es un placer teñido de misterio, el atravesar su piel y llegar hasta el corazón mismo de las casas -los patios-, se convierte en un auténtico gozo para los sentidos.

Eso sí: hay que evitar las horas del fin de semana en las que hay más afluencia de público. Las colas de decenas y de centenares de personas quitan toda emoción a la visita. Esperar a la tarde y quienes puedan que aprovechen el resto de días de la semana. Podremos, entonces, andarlos con tranquilidad, charlar con los que en ellos habitan, con quienes cuidan las plantas y mantienen impolutos suelos y paredes. Y llegar hasta los menos conocidos, los más escondidos o recónditos. La sorpresa y la emoción continuarán.
























Fotos: 14 de mayo de 2011


2 comentarios:

  1. Y de noche, cuando los olores nocturnos a primavera despiertan, la dama de noche, y el azahar podría ser la novia

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  2. Sí, de noche la magia alcanza su cota más alta. La tranquilidad de las calles, el aroma, el sonido del agua... Atraviesas la muralla por cualquiera de sus puertas y llegas a otro mundo, un mundo que te envuelve por completo y del que no quieres salir. Afortunados o privilegiados aquellos que viven intramuros.

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