martes, 21 de junio de 2011

Diario de una Atleta

A continuación inserto dos textos ajenos. Dos microrelatos escritos por una chica que en la pasada primavera cumplió diecisiete años. Acaba de concluir 1º de Bachillerato, y aunque se haya decantado por ciencias puras, por el bachiller tecnológico, y planee estudiar una ingeniería, le gusta escribir, no lo hace mal y, tanto en este curso como en el anterior, ha sido premiada en el Concurso de Microrelatos  de su instituto.

Le gustan las ciencias y la escritura, como he dicho, pero sobre todo lo que constituye una parte importantísima de su vida es el Atletismo.


Autora: Alba Berlanga Lillo:

“Diario de una atleta”

(1º Premio del Concurso de Microrelatos de Bachillerato, 2011).

Estoy con aquel que me ha acompañado en situaciones semejantes... mi nerviosismo. Cierro los ojos y respiro hondo, pero no se va. Cada vez se vuelve más amenazador. Y por fin... suena el disparo. Seguidamente desaparece la angustia que me estaba atormentando segundos antes. Ahora sólo quedo yo. En medio de dos líneas con un único objetivo, seguir.
Centro de muchas miradas, de gritos de ánimo. Son murmullos, a penas los oigo. Saltan, dan palmadas, siempre atentos. Ya falta poco, tan sólo unos metros. Tú puedes; aguanta; no te rindas; lucha;…
Cuando la fatiga va ganando terreno y las piernas a duras penas responden, caigo. Duele. Miro a mi alrededor: unos ríen, otros lloran. Yo… no estoy, simplemente eso. Me abrazan, están ahí, conmigo. Sonrío con el poco aliento que me queda… Pero volveré –pienso. Porque el verdadero éxito no significa conseguir la victoria. Sino saber levantarse tras una caída, como esta.
Los miro, vuelvo a sonreír, abrazo, estoy ahí,… –Volveré.



“Era martes, o quizás miércoles”

(Mención Especial  del Instituto en el Concurso de Microrelatos, 2010)

Era martes, o quizás miércoles…
Abrí los ojos casi incapaz de mantenerlos y me vi tirada en una playa, el mar me deslumbraba. Asustada me puse en pie, ¿dónde estaba? Miré a mi alrededor y pronto supe que aquel sitio no era habitado: no había edificaciones, ni desperdicios en la arena, solo vegetación. Confusa miré al cielo, me tranquilizó verlo, brillante como siempre iluminaba el lugar; lo veía distinto, sus rayos no me asustaban, y es que allí él no era un enemigo. El cielo, despejado de humos, lucía un azul intenso. Una brisa cálida golpeaba las copas de los árboles, sin violencia. Las únicas huellas en la arena eran las de las gaviotas que paseaban sin miedo. No había rastro de pobreza, ni de catástrofes; todo estaba en calma. Y es que allí no habitaba ningún ser capaz de diseñar para destruir.
Me tumbé en la arena, y el propio silencio fue la nana que me sumergió en un profundo sueño. Tal vez ni siquiera fue un martes, ni un miércoles, y quizás ni siquiera fue un día de la semana. Lo más probable es que aquel lugar sólo fuera fruto de mi imaginación.


5 comentarios:

  1. ALBA, PRECIOSA!!! COMO SE NOTA QUE ERES HIJA DE QUIEN ERES. UNA AUTENTICA POETA, OTRA VEZ ME HE EMOCIONADO, PERO ESTA VEZ HAS SIDO TU, LA QUE ME HA PUESTO LOS VELLOS DE PUNTA!!
    ENHORA BUENA CHIQUILLA!!

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  2. El cuerpo llevado al límite, una buena manera de sentirse viva. Quizás la mejor de ellas.

    La imaginación es el mejor país al que viajar: el billete es barato, sin aduanas ni equipaje, y sin necesidad de sacar pasaporte.

    ¿Genética, tal vez?

    Saludos.

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  3. Ésto no me lo esperaba. Vaya genética que tiene esta familia!!! Alba, preciosa, sigue así y no cambies nunca

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  4. La autora de los textos, Alba, me ha pedido que os de las gracias a todos.

    Igualmente, os las doy yo, por alusiones.

    Tíscar, eres el mejor ungüento que conozco contra las caídas.

    Velero, la imaginación como el mejor de los viajes, precioso. Y más aún cuando lo imaginado se convierte en realidad.

    Ana, bienvenida a comentarios.

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  5. Como dice el refrán: "de tal palo...". No todo el mundo tiene la capacidad de expresar sus sentimientos con tanta... facilidad. Yo, desde luego, no. Por un momento me he sentido atleta también. Me ha gustado mucho, ambos.

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