miércoles, 8 de junio de 2011

Eduardo Galeano Versus Mario Vargas Llosa


A continuación recojo el texto de un trabajo realizado por un alumno que cursa  4º de Historia en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Córdoba, presentado en la asignatura Historia de América. Desde mi punto de vista, un trabajo crítico y valiente.

LATINOAMÉRICA: UN CONTINENTE DESESPERADO

Autor: Alberto Berlanga Lillo

Este trabajo está realizado a partir de la previa lectura de los libros de Eduardo Galeano: Las Venas Abiertas de América Latina; y de Mario Vargas Llosa: Sables y Utopías. Visiones de América Latina. El fin del mismo es hacer una comparación entre los distintos puntos de vista que, los autores, tienen de la situación política de América Latina. Estas visiones, parten desde unas ideologías totalmente opuestas en lo referente, tanto a planteamientos políticos, como a económicos y sociales.

Para exponer su visión de América Latina, Eduardo Galeano, en su ensayo, hace un viaje retrospectivo por la historia del continente, analizando los factores que, desde la conquista española hasta la fecha de publicación del mismo -1971-, han influenciado y han derivado en la actual situación político-social-económica del continente. Por el contrario, los numerosos ensayos -publicados en distintas fechas del último tercio del S. XX- que conforman la monografía de Vargas Llosa, sólo se centran en analizar los factores políticos, económicos y sociales acaecidos en América Latina durante el S.XX, como únicas causas del actual marco político latinoamericano.

Unos de los problemas importantes que veo a la hora de realizar este trabajo, que no es tarea fácil, es el marco temporal que hay entre la publicación de Las Venas Abiertas de América Latina y algunos de los ensayos de Sables y Utopías, los cuales son publicaciones muy recientes. Debo decir que me hubiera gustado ver la evolución ideológica del autor del primero, y su análisis de los cambios acaecidos en Latinoamérica durante estos últimos cuarenta años, aspecto que sí he podido apreciar al leer el libro de Vargas Llosa. Aunque, viendo algunas conferencias de actualidad dadas por Galeno, creo que coherentemente ha seguido fiel a sus principios, mientras que si tuviese que elegir una frase para definir la evolución política de Vargas Llosa diría, si se me permite, lo siguiente:

“Si a los 20 años no eres de izquierda, no tienes corazón. Si a los 40 no eres de derecha, no tienes cerebro.” Winston Churchill.

Esta frase que, para mí, define la incoherencia humana, es muy atribuible a la evolución ideológica de Vargas Llosa. Una persona que, en su juventud, veía con buenos ojos las revoluciones socialistas, tal es el caso de la cubana –véase los capítulos de “Sables y utopías”: crónicas de cuba I y II (1967)- como método para salvar a una sociedad de la pobreza y la injusticia, pasa, con los años, a defender un sistema de libre mercado extremo en el que los países no jueguen ningún tipo de papel en el ámbito del mercado internacional, es decir: desnacionalización de empresas, derogación de cualquier ley de tipo arancelaria, apertura total de los países a cualquier inversión extranjera, etc. Por el contrario, Galeano, en su recorrido por la historia latinoamericana, lo que critica es precisamente esto. Defiende, que la situación político-social actual latinoamericana es causa directa de la sangría histórica que países, mercantilistas en un comienzo tales como Portugal y España; y capitalistas con posterioridad, refiriéndose a Inglaterra y a EEUU, han hecho durante siglos en el continente.

Este capitalismo democrático tan ansiado por Vargas Llosa para América Latina es la causa de que nosotros, los países desarrollados occidentales, vivamos tan bien y con un Estado del bienestar tan estupendo y envidiable. Pero este nivel de vida no es gratuito, sino que por el contrario tiene un alto coste: el subdesarrollo y la pobreza de ¾ partes de la población mundial, aparte, por supuesto, de la destrucción de la Tierra. Las circunstancias latinoamericanas son muy parecidas a las que se encuentran en el África subsahariana y los países de sur-este asiático, es decir, la explotación de sus recursos minero-agrícolas por parte de grandes empresas multinacionales con sedes en los países desarrollados, las cuales, son las beneficiarias del rendimiento de estas producciones, mientras que los pocos beneficios que obtienen los países pobres a partir de sus recursos, van a parar, en la mayoría de los casos, a dictadores en los regímenes totalitarios, y a los funcionarios corruptos en las falsas democracias. Para mantener este statu quo, los países ricos ya se encargan, como muy bien dice Galeano, de implantar “dictadorzuchos” y reyezuelos a diestro y siniestro: Pinochet en Chile –aunque en el año de la publicación de su ensayo, éste veía con esperanza el gobierno de Salvador Allende, sentimiento que me entristeció leer tras conocer lo que desgraciadamente aconteció en este país-, Videla en Argentina –aunque este caso, es también posterior a su publicación-, Batista en Cuba, los Somoza en Nicaragua, etc. todos ellos apoyados por “los buenos”, que son, sin duda alguna, los EEUU.

Vargas Llosa se muestra muy crítico con todo tipo de dictadura y con la corrupción de las democracias latinoamericanas, y no le falta razón porque considero, al igual que él y Galeano, que son, en gran medida, responsables de la situación de pobreza actual que sufre América Latina, aunque Galeano, se muestra más favorable a las dictaduras provenientes de una revolución socialista. A los regímenes socialistas, ya sean democráticos o totalitarios, Vargas Llosa los considera utópicos, ya que aunque tengan unas buenas ideas de base social justas y equitativas, con el paso de los años, según él, acabarían por convertirse en dictaduras, o los funcionarios a su servicio terminarían corrompiéndose. Para él, la solución mágica para que Latinoamérica saliese de su pobreza tendría que aglutinar, grosso modo, tres pasos a seguir. El primero, que hubiese un Estado democrático a la europea en cada uno de los países de este continente; el segundo, que los funcionarios al servicio de dichos Estados fueran incorruptibles; y el tercero, que las empresas de los Estados occidentales interviniesen con inversiones en dichos países con el fin de desarrollar a los mismos. Para mí, el título de su monografía vendría muy bien a la hora de clasificar esta solución: Utopía. En primer lugar -y como extraordinariamente explica y demuestra Galeano-, el capitalismo salvaje llevado a cabo por los europeos y estadounidenses en Latinoamérica no es la solución a sus problemas, sino la causa principal de los mismos, la cual, ha impedido que los estados de este continente puedan desarrollarse por sí mismos, y en el caso de que algunos lo intentasen a través de medidas proteccionistas, al final, acabaron por ser absorbidos por el imperio capitalista (véase el tremendo capítulo de “La guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay…” de “las Venas Abiertas de América Latina”). Y en segundo lugar, en el mundo librecambista y capitalista, que defiende Vargas Llosa, siempre va a haber ricos y pobres, países ricos y países pobres, ¿de quién se van a aprovechar los nuevos países desarrollados latinoamericanos cuando lo sean? Yo, y es mi opinión, creo en el internacionalismo como una solución al mundo en el que vivimos, pero no en el capitalista, desde luego.

La internacionalización que defiende Vargas Llosa, es decir, la globalización, como solución a los males de Latinoamérica, quizás, sea posible para algunos de estos países que la conforman, pero por supuesto, no para todos. Para mantener un alto nivel de vida a la europea o a la americana, el cual engloba un grupo de países denominados consumidores -como acertadamente describe Galeano- es necesario que haya, a su vez, otra serie de países productores de materias primas consumibles –por el primer grupo de países-: metales de todo tipo, productos alimentarios –innecesarios- como el azúcar, el café –salvo, como bien y en tono cómico dice Galeano en una de sus conferencias, para los estudiantes en época de exámenes- etc.

Una de las grandes e importantísimas diferencias que he apreciado entre los dos autores, a raíz de la lectura de sus correspondientes libros, es el gran acercamiento a la realidad latinoamericana que se vislumbra en Galeano y la excelente y coherente forma que tiene de tratarlo y exponerlo en el texto. Mientras que de lo contrario, Vargas Llosa se dedica a criticar y a dar soluciones incoherentes y utópicas a una realidad latinoamericana mucho más cruda de lo que él piensa o, por lo menos, expone. Defiende “a muerte”, por decirlo de alguna manera, la democracia a la europea en América Latina, con todas sus consecuencias. Pero parece que no se da cuenta de que el continente latinoamericano no es Europa. ¿Cómo puede defender una democracia a la occidental y un librecambismo, cuando los países desarrollados, a la vez que explotan los recursos latinoamericanos y los invaden con sus empresas, se dedican a poner unas grandísimas tasas arancelarias a muchos productos y manufacturas latinoamericanas? ¿Cuáles serían las soluciones para el problema de pobreza, corrupción, narcotráfico, etc. que padece Sudamérica? No lo sé, pero si tuviéramos que empezar eligiendo por el modelo que propone Vargas Llosa de librecambismo o el que propone Galeano de proteccionismo, sin duda, pienso que habría que comenzar con el segundo. En el caso de Inglaterra y EEUU, hemos comprobado a través de la historia, que el librecambismo -como bien nos expone Galeano-, no fue el modelo que siguieron para conseguir su desarrollo inicial. Me pregunto, además, ¿qué tipo de gobierno sería el ideal para llevar a cabo una serie de soluciones que rompan con el actual modelo económico, causante de las desigualdades sociales reinantes en Latinoamérica? Las dictaduras militares por descontado que no, lo ideal, pienso, sería que una democracia de izquierdas acabase con el caciquismo y el dominio de las multinacionales sobre los recursos nacionales, por y para el pueblo. Pero esto último es una utopía: siempre que salga elegido un gobierno de derechas o conservador hará todo lo posible por alimentar el monstruo capitalista, que perjudica a muchísimas más personas de a las que realmente beneficia y que, en el caso de América latina, los perjudicados y muertos de hambre son una gran mayoría de la población.

Galeano, a diferencia de Vargas Llosa, defiende la revolución socialista como medio para conseguir el fin de igualdad y justicia que se merece un Estado, en el que sean los países los que controlen sus recursos; y los beneficios de estos, por tanto, repercutan en el pueblo, y no a un número reducido de “Tiburones” –altos ejecutivos de empresas multinacionales, presidentes y directivos de bancos y aseguradoras, etc.-, cuya codicia es insaciable. Sin embargo, este planteamiento socialista es criticado duramente por Vargas Llosa, el cual parece que prefiere -con respecto a Latinoamérica-: un muerto de hambre, que pueda ir a votar al cacique que le va a explotar y, a su vez, expresar libremente el hambre que pasa; a uno que no la pase, y no pueda elegir libremente a sus gobernantes. Incluso se atreve criticar a aquellos gobiernos, que elegidos democráticamente, supieron imponerse al dominio económico establecido en sus países: según él, la dictadura pinochetista y franquista, fueron consecuencia en buena medida, de la incompetencia gubernativa en cuestiones político-económicas, que el gobierno del señor Salvador Allende y el del señor Manuel Azaña llevaron a cabo en sus respectivos países, fomentando el descontento de la población, el cual, finalmente, vio con buenos ojos la llegada de los nuevos regímenes dictatoriales. Creo, que de los pocos que vieron con buenos ojos la llegada de estos regímenes fueron, entre otros, los caciques, que estuvieron a punto de sufrir, tanto en Chile en 1971 como en España en 1936, justas expropiaciones en sus latifundios de por vida.

Vargas Llosa comete, a menudo, el error de poner como ejemplo el caso del milagro español, alabando la labor socialista de los años 80 y 90 que permitió un importante y acelerado impulso económico a nuestro país y, además, lo intenta extrapolar sin base alguna, y como modelo a seguir, a Latinoamérica. Una vez más, señalo, que Europa no es América. El gran impulso económico de nuestro país se debe, grosso modo, a 5 factores determinantes: las ayudas económicas obtenidas de nuestra entrada en la U.E –organismo que no existe en Latinoamérica, ni nada que se le asemeje, salvo para el libre mercado representado por bloques comerciales tales como: MERCOSUR, CAN, CARICOM, etc.-; la gran afluencia de turistas llegados a nuestro país -por estar de moda- y que hemos sabido conservar, lo cual ha servido para dar un gigantesco impulso al sector servicios y, por consiguiente, a la creación de empleo; la importántisima cantidad de inversiones extranjeras que se han realizado en ámbitos industriales, como en el sector automovilístico, etc.; el “boom” de la construcción; y por último, las numerosas desnacionalizaciones de empresas llevadas a cabo, sobre todo, en el periodo de gobierno del Partido Popular. Y después de todo esto, y tras una gran crisis mundial, que nos ha hecho despertar de un sueño que, para muchos, era el capitalismo, ¿qué nos queda?: casi cinco millones de desempleados, y en aumento; inversiones extranjeras emigrando a los países del este, más baratos y rentables dentro de este mundo librecambista; escasísima industria, en comparación con nuestros países vecinos como Italia, Alemania, Francia e Inglaterra; el despertar del sueño, que era para muchos el mercado salvaje inmobiliario, el cual ha dejado, por ejemplo, un 20% de desocupación de pisos en Córdoba, cuando a los jóvenes nos cuesta cada vez más independizarnos debido a la falta de empleo y a los abusivos costes de los pisos; empresas, antes nacionales, como telefónica queriendo despedir -actualmente- a 6.000 trabajadores, mientras, al mismo tiempo, da comisiones por valor de millones de euros a sus directivos; etc. etc. Con todo esto, quiero intentar demostrar que las tesis librecambistas -protegidas por las democracias liberales-, que defiende Vargas Llosa, no son una solución factible para el mundo en el que vivimos, y menos aún para un continente como América Latina, en el que la mayoría de sus recursos de producción están controlados por empresas extranjeras.

La crisis mundial, nos ha demostrado que el capitalismo no es tan perfecto como se creía, todo lo contrario, en el mundo –y aunque suene ya repetitivo, pero es la verdad- los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres. No sé cuál es la solución para este continente, pero veo con muy buenos ojos a los gobiernos democráticos de Evo Morales en Bolivia, al de Correas en Ecuador, e incluso todavía al de Chávez en Venezuela –espero que el poder no le nuble sus metas para con el pueblo-. De lo que estoy seguro es, y reitero, que la globalización capitalista hasta ahora llevada a cabo por los países desarrollados, y que afecta muy negativamente a los Estados pobres, no es la solución a seguir para lograr el desarrollo y la salida de la pobreza de estos últimos Estados, tanto los latinoamericanos como lo subsaharianos. Aún así, esta es la globalización tan admirada por Vargas Llosa a día de hoy, y la tan criticada por Galeano ayer, hoy y mañana.






3 comentarios:

  1. Lo que está claro, desde mi punto de vista, es que al capitalismo hay que ponerle determinados zapatos para andar, unos de esos que son muy incómodos. Lo que no puede permitirse es que las personas seamos mercancía (como se dice, alabado sea el Señor, últimamente en nuestro país).

    Iba a decir que la izquierda latinoamericana tiene muchos problemas, pero rectifico; la que tiene problemas es Hispanoamérica. Uno de ellos es ese populismo (también existente en Europa, aunque más atenuado), acompañado de maracas, bailecitos y payasadas de diversa índole. Ya no hablo de Chávez, sino del presidente de Ecuador, Rafael Correa, por citar un ejemplo.

    Obviamente, medidas de este "bloque socialista" hispanoamericano, tales como la nacionalización de recursos, están más que justificadas. Además, quién va a resistirse a Evo Morales y a sus vestimentas de inspiración prehispánica tan coloridas.

    Comentarios irónicos aparte, considero este conjunto de actuaciones políticas más que necesarios, con dos reproches: la tendencia de perpetuarse en el poder por parte de sus líderes (quizás el caso más paradigmático sea el de Venezuela) y ese populismo tan característico, con esa parafernalia tan recargada.

    No escribe mal este tal Alberto, no.

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  2. Sí, el tal Alberto escribe bien, supongo que será porque se cree lo que escribe (para mí lo de escribir bien -sea ensayo o ficción-, estriba principalmente en eso, en creérselo, es decir, en que salga de las “tripas”; lo demás es secundario).

    Muy buena tu ironía con el “populismo” latinoamericano. No me gusta la pandereta, pero a Evo Morales lo prefiero tal cual va a que hubiera cambiado su vestimenta por un traje gris y corbata azul marino (o rosácea, lo mismo da). Como tú, creo que el problema es el poder y endiosarse.

    Y respecto a que el estatus quo capitalista cambie siempre he sido muy escéptica, pero el sistema es tan ceporro, sus contradicciones están aflorando tan vertiginosamente en este mundo globalizado, que supongo que terminará por caer, tarde o temprano. ¿Qué vendrá después? Yo que sé; ahí sí que soy escéptica, por no decir pesimista (aunque en los últimos tiempos los movimientos ciudadanos de protesta dan cierto optimismo, embriones de esperanza).

    Veamos si Alberto añade algo sobre su trabajo, o sobre lo que quiera.

    Saludos, Velero.

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  3. Gracias, a ambos, por aportar nuevas ideas y visiones a mi pequeño trabajo.

    Velero, en referencia a tu comentario sobre el populismo y a esa parafernalia tan recargada que se puede apreciar en algunos de los líderes socialistas latianmericanos -sobre todo, en Hugo Chávez, en Evo Morales y, algo menos, en Rafael Correa- pienso que, quizás, deberíamos mirarlo con otros ojos no tan europeos, para que así no nos chocase tanto. Piensa que, aparte de esta globalización económica tan famosa -liderada por EEUU- tenemos otra de la que se habla menos, paralela a la anterior, que es la globalización cultural -desgraciadamente, también liderada por los norteamericanos-. Ésta, se encarga de vendernos el "sueño americano", los jeans, la rica y variada gastronomía yankee, sus valores morales y hasta su vocabulario, etc etc. Pues yo les digo¨ que: "se vayan al infierno". Por esto mismo, veo muy bien que, por ejemplo, Evo vista los atuendos típicos de su pais y que Chávez se marque unos bailecicetos en mitad de un mitin -desde luego, éste último, no tiene la seriedad alemana-.

    Allí, aún están a tiempo de enfrentarse a ambas globalizaciones. Por eso mismo, creo que el populismo socialista -no lo confundamos, por ejemplo, con el aregntino de Cristina Fernández, ya que también es otro tipo de populimso y heredero del peronismo- tan extendido por el continente latinoamericano,aún con sus parafernalias y rarezas, es el único que, a dia de hoy, puede cambiar la situación económico-social del continente.

    Por cierto, hace pocos días se ha unido un nuevo miembro al club: Ollanta Humala en Peru. ¿Quién será el siguiente?...

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