domingo, 18 de septiembre de 2011

Acantilados de Maro-Cerro Gordo (1), El Barranco y la Cala de Maro




Son muchos los paseos a pie que pueden darse por los Acantilados y las calas de Maro-Cerro Gordo, la mayoría con vistas espectaculares. Pero hay un paseo que en vez de ampliar el horizonte lo recoge, un paseo íntimo que te va engullendo en las entrañas de esta tierra y que termina por premiarte regalándote la visión de una pequeña cala de cantos rodados, escondida, recóndita, alejada de las miradas de altura, una isla secreta a la que llegan los náufragos no desde alta mar sino desde el interior de la espesura. Un extraordinario y sorprendente paseo por el Barranco y la Cala del Barranco de Maro.

Al principio del camino te topas con un acueducto del siglo XIX, el acueducto del Águila, construido para llevar agua al Ingenio (antigua fábrica de azúcar) de Maro, pequeña y bonita población situada junto a la Cueva de Nerja y que forma parte del municipio. Ya la imagen del acueducto te impacta. Una imagen un tanto surrealista; surrealista por la situación y por la pintura que recuerda a la mezquita de Córdoba. Es como si el acueducto estuviera fuera de lugar, como si no hubiera sido construido por la mano del hombre en largas y fatigosas jornadas de trabajo, sino dejado caer de golpe por la mano gigantesca y caprichosa de algún dios, entero, tal cual, encajándose en el barranco.

Dejas atrás el acueducto, continuando por un sendero amplio, que va estrechándose. Al poco el paseante queda solo con las paredes del barranco y con la espesura. Apretado y enmarañado bosque de frutos tropicales y cañaverales abovedados que te envuelven, que refrescan el sudor de tus pasos y que los conducen a un pequeño sendero que termina por convertirse en cauce de un arroyo de agua clara. Caminas chapoteando por él o esquivándolo hasta que el telón de cañas y palmas al fin se entreabre (cuando ya no lo esperas, cuando crees que ese camino que llevas no tiene fin, cuando estás convencido que no conduce a ningún lugar sino que es el propio camino tu destino), se entreabre al fin para mostrarte la pequeña y solitaria cala. Toda una sorpresa.

En el trayecto te habías sentido como Tom Sawyer y Huckleberry Finn explorando las riberas y las islas del Misisipi. Cuando llegas a la cala te sientes directamente Robinson Crusoe, y al rato crees ser el Jim de Stevenson, el muchacho de su Isla del Tesoro, para terminar delirando durante unos segundos creyendo que aquella debe ser sin duda la Isla Misteriosa de Julio Verne.

Y, tanto durante el trayecto como en la pequeña cala, el paseante, o los paseantes, no se siente, no se sienten solos. Percibes compañías invisibles. Pasas junto a sus huellas, recientes. Te sientes observado. Entre la hojarasca y las rocas hay sin duda pares de ojos que no ves. No sabes bien si se tratará de los espectros o fantasmas de nuestros antepasados prehistóricos que habitaron aquellos barrancos y la cueva cercana y que se resisten a abandonar parajes tan bellos, o, por el contrario, serán más bien habitantes coetáneos a ti, habitantes o náufragos de este siglo XXI que quieren parecerse a aquellos tatarabuelos lejanos y olvidarse para siempre del mundanal ruido y del asfalto.





Plano del paseo:




Algunos datos de la zona:




La Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo ocupa una estrecha franja de 12 km. de largo, paralela a la línea de costa, que limita al norte con la N-340 y que se adentra una milla en el Mar de Alborán. El Paraje Natural pertenece al más amplio espacio del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, formado por algunos municipios de la Axarquía malagueña y otros de la provincia de Granada. En esta franja costera las estribaciones de la Sierra de Almijara se hunden en el mar formando abruptos acantilados y bellas calas, a la mayoría de las cuales sólo puede accederse a pie, motivo por el que se mantienen intactas y con aguas transparentes. Cinco torres almenaras se elevan estratégicamente sobre los acantilados. Los municipios a los que pertenece este paraje son Nerja (Málaga) y Almuñecar (Granada).





8 comentarios:

  1. Hay que dar gracias de que sólo se pueda acceder a pie, si no ya estarían urbanizadas. Precioso paseo.

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  2. Me alegro que te guste Ana B. Quiero hacer dos o tres entradas más con imágenes de esta zona. Es preciosa. Me he enamorado de esos kilómetros de costa. Quiero volver pronto para patearme a fondo muchos lugares que no tuve tiempo de visitar.

    Ha sido todo un descubrimiento, muy satisfactorio, comprobar que la costa malagueña aún conserva lugares intactos. Miraba y casi me pellizcaba: no me podía creer que esta maravilla natural no estuviera llena de ladrillos y hormigón.

    No sé hasta qué punto este paraje natural de unos doce kilómetros estará blindado contra las actuaciones políticas que siguen los intereses de cuatro constructores. También vi algo que no me gustó nada, algo que considero grave, supongo que hecho hace muchos años; hablaré sobre ello en otra ocasión.

    En fin, esperemos que no puedan meterle mano a esta zona... crucemos los dedos...

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  3. Tengo la suerte de frecuentar esa zona muy a menudo, y he de reconocer que Maro tiene su encanto. Los acantilados y las calas encajonadas a las que sólo se puede acceder a través de carriles de tierra que pasan entre los cultivos son una maravilla.

    Saludos.

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  4. Sí, Velero, entre cultivos, invernaderos y acequias, sobre todo en Maro; además de la cala del barranco pude visitar dos más (la caleta y la playa). Pero después, yendo hacia el este, son auténticos caminos de cabras, escarpados; algunas de estas calas las vi desde arriba, desde los acantilados, sólo si vuelvo con botas y bastones de senderismo me atreveré a bajar (seguro que merece la pena).

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  5. En Málaga una playa sin pelotas, raquetas, petancas, toallas, chiringuitos y recuas interminables de "gatos" (entre los que me incluyo) tras la humareda con aroma a sardina: ¡un auténtico tesoro!

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  6. UNA PRECIOSIDAD!!!
    PERO NO ME DISCUTIRÁS, QUE DESPUÉS DE ESTE PASEO NO APETECE ESAS SARDINILLAS.

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  7. Los que han destrozado la costa española debieran haber encontrado un punto medio. No es incompatible, parajes como este sin chiringuitos (quedan tan pocos) y playas más normalitas con sus ascuas llenas de sardinas; de hecho, después de este paseo, a pocos kilómetros, se retomaron fuerzas con una cerveza fresquita y un espeto (umm... para relamerse como un gato).

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