domingo, 28 de agosto de 2011

Ensayo Sobre La Lucidez de Saramago y Los Ciudadanos Indignados

Hoy, día en que Democracia Real Ya, Los indignados del 15 M, han convocado concentraciones, asambleas, manifestaciones ciudadanas en las calles de un buen número de ciudades para protestar contra esa reforma de la Constitución (Constitución hasta ahora intocable) que de prisa y corriendo, y con premeditación, nocturnidad y alevosía, y sin que haya un referéndum, quieren hacer a toda costa unos políticos (gobierno, su partido y la mayoritaria oposición) que atufan como nunca a mercados y a neoliberalismo, hoy, 28 de agosto de 2011, día en que el ochenta por ciento de los ciudadanos debiéramos salir a la calle, y pocos meses antes de unas elecciones generales adelantadas, hoy, decía, he recordado un libro que leí hace unos años. He ido a mi librería y lo he sacado de los estantes. No tiene polvo; además de que procuro mantener los libros de este autor desempolvados, por sí solos ellos son antitelarañas. Sí, la obra de Saramago es antitelarañas, las que el autor intenta quitar de los ojos de sus lectores. Y el libro concreto al que me refiero, Ensayo sobre la lucidez, publicado en el 2004 y que leí por entonces, es sin duda un libro que varios años después podría estar en todas las mesillas de noche de los indignados demócratas de este país y de todos los países del planeta. 

Creo que Ensayo sobre la lucidez  es una novela de lectura obligada en los tiempos que corren. ¿Qué sucedería si pusiéramos en práctica, por ejemplo en esas elecciones que tenemos a  la vuelta de la esquina,  lo que el autor propone con esa lucidez (y valga la redundancia) que lo caracteriza?

Para quien pueda estar leyendo esto y no haya leído el libro, no voy a descubrir en qué consiste esa actuación de la ciudadanía que el autor imagina en su novela, y sólo para ir abriendo boca e incitar a su lectura, reproduzco el texto que aparece en la contraportada del libro:

"Aullemos, dijo el perro."
LIBRO DE LAS VOCES

Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la mayoría de sus habitantes decide individualmente ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia degenerada, sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan.
Los protagonistas de esta nueva novela de Saramago, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en la epidemia de luz blanca de Ensayo sobre la ceguera, dan muestras de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar cuando deciden ejercer la libertad.
Saramago, un escritor que se ha convertido en la conciencia lúcida de una época cegada por los mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: «Puede suceder que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por mí». Ese día puede ser hoy.

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